Después de La Aljafería y Loarre, es el castillo con más historia de Aragón. La fortaleza de Trasmoz, situada a unos 10 kilómetros de la frontera con Castilla y Navarra, intervino activamente en las guerras medievales. Además, es el foco de numerosas leyendas relacionadas con la brujería. Tres de ellas fueron recreadas por Gustavo Adolfo Bécquer.
"Leyenda de la Tía Casca" de Trasmoz
Gustavo Adolfo Bécquer en una de sus narraciones, cuenta lo que le sucedió un día en el que, paseando por los bellos parajes cercanos al Monasterio de Veruela, quedó desorientado en el camino que transcurre entre Litago y Trasmoz.
Al rato de ir deambulando por la zona, topó con un pastor que le advirtió para que no tomara la senda de "La tía Casca".
"En ella fue despeñada la señora en cuestión, y al ser rechazada por Dios y por el Diablo, su alma vaga por ese camino, y mediante engañosos sonidos, unas veces con lloros de niño otras con gruñidos de lobo, atrae a los ingenuos caminantes para, con su seca mano, despeñarlos por el barranco", le relató el hombre.
La leyenda cuenta, que la tía Casca era muy conocida en Trasmoz. Fue acusada, de ser la ejecutora de males de ojo y todos los hechizos imaginables, por los vecinos del lugar, quienes la persiguieron hasta el precipicio en cuestión, y a pesar de los ruegos y súplicas de la anciana, fue arrojada al arroyo donde murió.
En realidad este personaje existió, y fue despeñada el año 1850, según se narra en los periódicos de la época, ya que se le presumía practicante de las malas artes de la brujería, tan arraigadas en estas tierras.